disculpa.

—Si fueras tú quien abriera la boca, entonces serías el primero en morir. Así que tú decides lo que quieres. Todo lo que quiero es que te largues de aquí —grité y finalmente ella volvió en sí.

—Tú... ¿cómo puedes hablarme así? —preguntó, si tenía dudas de que estaba loca antes, ahora estaba seguro.

—¿Qué? ¿Eres acaso la princesa real de su majestad? ¿O quieres más insultos que sigues parada aquí? —pregunté, inclinando la cabeza. Y como si fuera una señal, ambos caballeros se colocaron a cada lado de ella.

—¿Qué hacen? Suéltenme. Dije que me suelten... —seguía gritando como un espectro.

Solo negué con la cabeza ante su estupidez. ¿Cómo podía pensar que tendría la oportunidad de venir e insultarnos? Me levanté y me fui cuando su voz se tornó distante.

Lo primero que hice al entrar en la habitación fue llamar a Ian.