541. Hay quienes no le temen a la muerte; simplemente se estrellan contra ella

—Tú... ¿qué dijiste? ¿Quién nos llamó aquí? Solo vinimos a buscar justicia para nuestro compañero de trabajo. Ustedes son unos aprovechados sin escrúpulos que pisotean la vida humana. Mi amigo todavía yace en el hospital, su vida pende de un hilo. Hemos venido por una respuesta clara de parte de ustedes.

Elly Campbell no quería escuchar sus tonterías. Frunció el ceño y preguntó con impaciencia otra vez:

—¿Quién les dijo que vinieran aquí a armar líos?

El discurso originalmente apasionado del hombre fue ahogado por las repetidas preguntas de Elly Campbell.

Él había pensado que la jefa mujer al menos intentaría explicar una o dos cosas, y él se había preparado una respuesta para contrarrestarla.

Sin embargo, ella no siguió el guion que él imaginaba. Todo lo que preguntaba era quién los había enviado aquí.

Ese tono firme le hizo preguntarse si esta mujer había descubierto algo.

¡Por favor! Había tomado dinero; ¿cómo podría traicionar a alguien así por así?