626. Esperó un día

Parado frente a la ventana de piso a techo, abajo estaba la calle con tráfico pesado. Los pensamientos de Adam Jones eran algo confusos.

—¿Por qué ella ni siquiera hizo una sola pregunta? —podría ser justo como él imaginaba—, que simplemente no le importaban los rumores sobre él con otras mujeres.

Porque no le importaba, así que no había necesidad de preguntar.

En el momento en que pensó esto, la mano de Adam, sosteniendo el vaso, se tensó inconscientemente.

Recordaba aquel día, ella dijo, que no podía controlar si ella se involucraba con otros hombres, y que a ella tampoco le importaría si él estaba con otras mujeres.

Los dos, para decirlo claramente, estaban solo en un matrimonio por conveniencia.

No, ¡ni siquiera era un matrimonio por conveniencia! Aún no habían recogido su certificado de matrimonio.

Ante ese pensamiento, Adam se rió de sí mismo con sarcasmo, la amargura en su corazón aún más aguda que el alcohol en su paladar.