No tenía prisa; sabía que un día su esposa creería en él.
Pero en este momento, al pensar en ella yendo a comprar otra caja de píldoras anticonceptivas, su corazón se retorcía de dolor.
Había sentido que su relación había mejorado algo estos días; ella resistía verbalmente sus insinuaciones, pero nunca lo rechazaba verdaderamente.
Incluso, en varias ocasiones, había tomado la iniciativa de acercarse a él; pensó que finalmente las nubes se habían apartado para revelar la luna, pero entonces...
Cuando Elly Campbell regresó, vio a Adam Jones sentado frente al ordenador, revisando los documentos entregados por sus subordinados.
Al verla regresar, preguntó en su tono habitual:
—¿Conseguiste la medicina?
—Mhm.
Elly asintió, pensando que probablemente el Secretario Rohr le había contado sobre su viaje a la farmacia; no lo pensó más.
Se dirigió al dispensador de agua, se sirvió un vaso de agua y tomó la medicina.