Daisy Thompson ya estaba entrando en pánico, y ante las palabras de la mujer, se volvió instantáneamente como un gato al que le han pisado la cola, chillando:
—¿Qué tonterías están diciendo? Sofía no se sentía bien y se fue temprano de la finca. Dejen de intentar culparla con sus acusaciones infundadas.
Esta acérrima defensa de Sofía Green contrastaba fuertemente con su anterior y fea ansiedad por ver a su propio hijo humillado, profundizando el desprecio que sentían por ella aquellos que conocían su identidad.
Todos la maldijeron interiormente como a una mujer barata.
Cuanto más despreciaban a Daisy Thompson por su comportamiento sinvergüenza, menos querían dejarla salirse con la suya.
¿Y ahora qué?
Cuando dañabas a otros antes, deseabas que el mundo entero estuviera mirando, ¿y ahora que has recibido tu merecido no quieres que se sepa?
¿Dónde en el mundo hay un trato tan bueno?