Algunos hábitos, una vez desarrollados, permanecerían de por vida.
La casa se veía sencilla y humilde, y solo estaban los tres en casa. Sin embargo, Qiao Dongliang sentía que esos días eran particularmente benditos y cálidos.
Todos decían que las hijas eran dulces y atentas.
Qiao Dongliang, que no tenía hijos varones, a menudo se consolaba pensando que tenía dos hijas dulces y atentas.
Fue hasta este momento que Qiao Dongliang realmente entendió lo que significaba tener dos hijas cariñosas. Era una sensación completamente nueva. No había peleas, solo armonía y paz.
Cuando Nan Nan y Shi Qing estaban juntas, la atmósfera era muy armoniosa, pero cuando Zijin estaba con ella, la situación era diferente. ¿El problema era con Nan Nan o con Zijin?
Después de hacerse esta pregunta, Qiao Dongliang se miró en el espejo. No podía decir nada que fuese en contra de su corazón. El problema estaba con Zijin. Nan Nan era una niña bien educada.