Según lo que dijo su padre, Qiao Nan pronto vería la luz al final del túnel.
Hoy fue estupendo. Todos sus deseos se hicieron realidad.
Qiao Nan estornudó. Se frotó la nariz que de repente le picaba.
—¿Nan Nan, estornudaste? No me digas que te resfriaste —Qiao Dongliang estaba muy ansioso cuando escuchó a Qiao Nan estornudar—. ¿Por qué no tomas una taza de té de hierbas de raíz de índigo[1]?
—Papá, no, no lo tomaré —Qiao Nan movió la cabeza rápidamente—. Solo me pica la nariz. No me resfrié. Tomar demasiados medicamentos no es bueno. No es bueno beber tés de hierbas todo el tiempo. Papá, es tarde. Anda a dormir pronto. No tengo nada. Dormiré después de memorizar unas páginas del diccionario —Ya eran las nueve y media y tampoco planeaba quedarse despierta hasta tarde.