Xie Jiuhan sonrió al ver que Feng Qing estaba tan segura de sí misma. Él acarició el rostro de la mujer y dijo:
—Está bien, te esperaré en la cima.
Todo este tiempo, Feng Qing había querido perseguir al hombre. Feng Qing había trabajado muy duro para mejorar a sí misma. Aprendió a tocar el violín, aprendió a hacer veneno y a tratar enfermedades, aprendió a mezclar perfumes, y más. Quería hacer todo al extremo porque solo así se sentiría digna del hombre.
Xie Jiuhan también entendía sus pensamientos. Cuando alguien lo perseguía, él también correría hacia adelante. Sin embargo, creía que con la capacidad de Feng Qing, ella eventualmente crecería hasta convertirse en una mujer que podría estar a su altura.