—¡Bienvenido, Patriarca Xie! —Una voz seria, digna y aguda resonó por toda la Isla Sagrada. La ensordecedora voz parecía querer suprimir las olas circundantes. Cualquiera que viera tal escena impactante y magnífica se llenaría de emoción. Una de las mayores ventajas de que Xie Jiuhan pudiera derrotar al Viejo Maestro Xie era que había obtenido el apoyo de estos leales de la familia Xie. Ese hombre frío e insensible que se sentaba a la cabeza de la familia también era lo que todos deseaban.
Sin embargo, la escena frente a ellos hizo caer las gafas de muchos de los sirvientes. El dobladillo del abrigo negro de Xie Jiuhan estaba lleno del viento marino. Sus ropas ondeaban y se mecían. Bajo el brillante sol, la cara de Xie Jiuhan era clara, como si un dios hubiera descendido al mundo mortal. Ese aura noble y elegante hacía que todos quisieran rendirle culto desde el fondo de sus corazones.