El anciano Mo dijo:
—Claro que lo detendrán, pero no lo detendrán como lo hicieron los padres de Mo Long. En aquel tiempo, con tal de que pudiéramos costear una bicicleta, una radio y un pollo, ya podíamos casarnos con la chica que nos gustara.
Jiang Yu preguntó:
—Pero abuelo, apenas entró a la ciudad desde el campo hace poco, ¿verdad?
El anciano Mo soltó una carcajada y dijo:
—De hecho, abuela lo compró con su propio sueldo y lo metió en mis manos para que lo pudiera usar como dote. Si no, no sé cuántos años tendría que trabajar para ganar suficiente dinero.
Jiang Yu suspiró:
—Eso es maravilloso...
Mo Long, que había estado ocupado en la cocina durante un buen rato, se acercó y dijo:
—Es hora de comer.
El anciano Mo se giró y miró el delantal en el cuerpo de Mo Long y preguntó incrédulo:
—Justo ahora... ¿fue usted quien cocinó?
Mo Long fingió estar calmado y dijo:
—Fui yo.
La expresión en su rostro no era del todo correcta. Jiang Yu preguntó confundida: