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Además, ella no tenía la fuerza ni la influencia, y quedarse en la familia Mo no era bien recibida por los demás.

Cuanto más lo pensaba Tang Xue, más agraviada se sentía, y las lágrimas fluían aún más intensamente.

Si se decía que sus lágrimas anteriores eran fingidas, ahora brotaban del fondo de su corazón.

Sin embargo, aunque lloraba de manera tan lamentable, a Mo Long no le provocaría la más mínima pizca de simpatía.

—Vamos, Xiaoxue —Mo Zhi también sabía que, dijera lo que dijese, no cambiaría el hecho de que ella y su madre estaban a punto de ser expulsadas de la familia Mo.

Era mejor irse de un modo directo. No quería rebajarse y suplicar la ayuda de otros.

—¡Mamá, no puedo aceptar esto, no puedo aceptarlo! ¡Por qué puede quedarse Jiang Yu aquí! —Tang Xue lloraba muy fuerte. Su voz también estaba ronca, como si hubiera usado toda su fuerza.

—¡Vete! ¡No te avergüences aquí! —Mo Zhi contuvo las lágrimas y volvió a la casa para empacar su equipaje.