Tomato

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Hace ocho años, su familia fue destruida y él quedó desamparado y sin hogar.
Ocho años después, regresó con venganza en su corazón, trayendo consigo la furia para quemar los cielos.
—Quiero que los cielos me teman, quiero que la tierra tiemble por mí, quiero que el mundo se vuelva loco por mí.
¡Guo Yi!
Un hombre de arrogancia despiadada, que despreciaba dar incluso una mirada de reojo a la gente común del mundo.
Una figura legendaria con una presencia dominante, valeroso y audaz como para desafiar a los seres de Jiutian.
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El Doctor Sagrado

—Mucha gente me admira —dijo Guo Yi con una sonrisa indiferente.


—¡Sí! —el anciano asintió, revelando una sonrisa que hacía mucho no mostraba—. Señor Guo, los Lis pueden darte todo lo que quieres. Cualquier artista marcial, si tiene el apoyo de un clan poderoso, avanzará aún más no solo en fuerza, sino también en la Comunidad Mundial de Artes Marciales. ¿No es así?


—No lo necesito —Guo Yi negó con la cabeza.


—Puede que no lo necesites, pero tus amigos sí —el anciano tomó una respiración profunda y dijo—. Artistas marciales como tú ya no buscan materiales ordinarios ni estatus. Lo que buscan es la longevidad, la permanencia, el... fin del mundo.


Li Jiacheng en verdad tenía visión y coraje.


Con sus facultades mortales, de hecho pudo ver a través de las búsquedas y los fines de los artistas marciales.


—Guo Yi lo miró con incredulidad y preguntó —¿Cómo lo sabes?


Capítulo 841: Cerrando el Trato