Melo clavó la mirada intensamente en los ojos de Guo Yi.
La primera reacción en los ojos de uno es el reflejo más verdadero de sus sentimientos internos. Intentó buscar un atisbo de asombro o conmoción en la mirada de Guo Yi, pues solo entonces su corazón podría encontrar un ápice de consuelo.
Si no podía derrotarlo en fuerza, entonces usaría el encanto de una mujer para atraerlo.
¡Sin embargo!
Melo no pudo encontrar ninguna pista de emoción en los ojos de Guo Yi. Su par de ojos como obsidiana estaban imperturbables, como un antiguo pozo de mil años, o un alto monje que había alcanzado la iluminación en el budismo Zen. Melo estaba pasmada y no podía creerlo.
Melo tenía una inmensa confianza en su propia belleza, una confianza multiplicada por cien.