En el coche, tanto Liuu Ruyan como Zhang Xuan'er estaban ansiosas, comenzando a dudar de si podrían ganar esta apuesta.
El momento en que se subieron a la autopista, aprendieron una dura lección. Era la hora pico del tráfico del mediodía.
La autopista no era rápida en absoluto, se movía a trompicones, congestionada desde el principio.
Las motocicletas se deslizaban entre el tráfico sin problema alguno.
El coche de Long Fei iba detrás, a menos que pudiera volar por encima.
Los cuatro motoristas que seguían por detrás se reían con suficiencia:
—¡Chico, admite la derrota! No te hagas el fuerte, no puedes vencernos.
—Amigo, escucha mi consejo, no hay vergüenza en perder contra nosotros. Solo deja que la chica se suba a nuestro vehículo.
—Hermano, si te rindes ahora, la chica será nuestra, pero el coche sigue siendo tuyo. No termines perdiéndolo todo en el último minuto.
Liuu Ruyan dijo ansiosa:
—Hermano Long, vámonos, no pierdas el tiempo con ellos.