28 de noviembre de 1982.
Hoy sus hermanos mellizos fueron a buscar sus cosas, es decir ropa, perfume, cepillos de dientes, muebles, y demás.
Tadeo solo los miró a lo lejos para no molestarlos, ni siquiera podía cargar un mueble para ayudar.
Lo cual hizo que fuera a su habitación. Estaba mirando fijamente el techo.
Por primera vez su sofrofobia no se activo cuando renació.
Estaba recordando a sus hermanos antes de aquí, ellos lo ayudaron en muchas cosas, tanto en la tarea como personal.
Incluso sus días de bajón lo animaron, y cuando su madre los hecho de la casa, sus propios hijos.
Ellos la ayudaron económicamente y emocionalmente cuando estaba preparando los tramites de divorcio.
Si es que se podía llamarse, sus padres iban y volvían en esa relación.
Pero Tadeo creció entendió que eran
asuntos de a y b, no de a, b y c.
Los buenos momentos, los malos, cuando se fueron de Chubut y se mudaron a otra provincia que les fue mal.
Y ellos se mudaron nuevamente pasándola mal.
Y ahora esto.
En este mundo le llevaban veintidós años de diferencia, diferente época y pensamiento.
Aunque estaba vinculados con ellos no era lo mismo, nada era lo mismo.
Igual que su hermana, la persona que más odiaba en el planeta por haberlo manipulado.
Acá la amaba.
A este padre le tiene respeto pero no cariño como el otro.
A esta madre la quiere pero a la otra la ama.
Tadeo puso un brazo en sus ojos, apretó la mandíbula mientras que sus puños se cerraban.
Quería ocultarse ahora mismo, del mundo, del sol, de la gente, de su supuesta familia en este mundo.
Y sin notarlo comenzó a llorar silenciosamente.
Pocos minutos pasaron y se dio cuenta lo que hacían sus ojos.
Se calmo y respiro varias veces, se limpio el rostro con las manos y su remera.
Lo abandonaron una vez más, tanto física como emocional.
'aghh a curtirme solo otra vez.'
Pensó mirando las guitarras qué estaban en la esquina de su habitación.
'Supongo… que solo mejorare las relaciones pero no sé hasta que punto.'
'Gane pero perdí.'
Cuando el camión de mudanzas cerro sus puertas, comenzó avanzar hacia su destino.
Los mellizos que vinieron con sus novias invitaron a sus familias para estrenar la casa, Eduardo llevo a las mujeres y diego a Tadeo.
-¿y que pensas de tener la casa para vos solo?- dijo sonriendo el hermano mayor.
-una paja. Era divertido tenerlos a ustedes cuando regresa del jardín. Al menos con ustedes tres llegaba y charlaba.- dijo con expresión en blanco.
-¿a si? ¿Por qué?- comentó extrañado diego.
-¿a quien le voy a contar mis cosas? ¿a benjamín? Esta en Rada Tilly.
¿a mamá? Literalmente después de jardín voy al taller donde trabaja.
¿a papá? Cada vez que vuelve del trabajo siempre viene con cara de culo, responde mal, te mira enojado cuando le preguntas algo.
Me dan ganas de estar en la plaza ganando dinero y olvidar que tengo unos padres malhumorados.
No es que soy un malagradecido ni nada, pero se siente raro que no estén ustedes.- dijo sin parar de hablar.
-peque tenes cuatro años, la tenes más claras que nosotros tres juntos, haces algo que te gusta, tus viejos te apoyan.
En verdad tenes ¿Qué querés que te diga? El boludo de tu hermano se quiso matar pero justo llegaste a vos.
A mi me quería Vélez en su momento
¿Cuánto te digo? Doce o trece años pero tu mamá dijo que no, que es peligroso buenos aires.
Eduardo lo quería también, pero bueno que se yo, aprovecha nomas que te apoyen ahora.
En poco tiempo te vas a dar cuenta que el apoyo que te dan va a ser poco.
Y si querés ir a la plaza pedile a Hannah o a Giulia, aunque tiene el español avanzado, no le hables tan argentino si no entienden nada.-
Dijo el hermano con experiencia y solución.
-¿y a flor? ¿ella decidió estudiar abogacía?- preguntó con duda Tadeo.
-ponele, fue más o menos obligada por tus viejos, era eso o ser militar como nosotros.- dijo mirándolo como si esperaba algo más.
-es una paja ser hijo de un militar y de una madre que quiere si o si ver a sus hijos vestidos de uniforme, y si no entraba supongo que la volverían la oveja negra.-
Dijo con enojo subyacente en sus palabras.
-al final unos padres de mierda.- dijo Tadeo con su puño apoyado en su sien.
-son como cualquier padre o madre. Quiere lo mejor para nosotros, solo debes entenderlos y si ves que ya no te suman.
Hace como nosotros, apenas tengas suerte ándate de una.-
Dijo diego.
-por eso se fueron ¿no?- y su hermano asintió.- supongo que apenas tuvieron la oportunidad se fueron. Creo que haré lo mismo pero más temprano creería yo.- murmuró al final.
El resto del viaje permaneció en silencio, diego solo conducía y Tadeo pensando en su futuro.
Diego notó que Tadeo estaba en trance, porque hacía el mismo gesto que su padre.
Ceño fruncido, mirada seria y juntaba un poco los labios.
Pero él solo sonrió ya que ahora puede hacer lo que quiera bajo su propio techo y esto fue lo mismo con su mellizo.
Pronto llegaron a la casa, eran una al lado de la otra, un gran patio delantero y trasero, doble piso, era de enormes dimensiones.
Sin embargo era como su casa solo que con una habitación menos.
Y como siempre, asado y bebida, Tadeo pensó que a este pasos se volverá gordo.
Así que tal vez haga ejercicio simple o aflojarle a la comida.
Días pasan como nubes recorriendo el cielo, es decir, lento pero seguro.
Esta vez la novia de Eduardo lo trajo a la plaza, ella era una alemana llamada Hannah Meyer.
Rubia, ojos verdes, piel rosada, y bien dotada físicamente, media alrededor de un metro setenta y cinco.
Tiene la misma edad que Eduardo, veinticinco años, trabajaba en una cafetería cerca de donde vive.
-me contó lo que haces aquí, tu hermano. Cantas por dinero ¿no es mejor que vayas a un lugar más seguro?- preguntó ella con un poco de lentitud por el idioma.
-la verdad es que no, que me va a pasar en plaza España, haces dos pasos y hay dos gendarmes y dos policías.- Dijo el niño mirándola.
-además de que esta el cuartel en donde trabaja papá al lado de la plaza.- agregó.
-y dime que se siente estar solo en casa ¿es feo verdad?- dijo Hannah.
-la verdad es que si, pero viéndote; en buen sentido; entiendo porque Eduardo se fue de casa.- dijo Tadeo.
-y también me explico sobre tu fobia a las mujeres.- comentó insegura.
-no te preocupes, si me hicieras algo ya le diría a titán.- dijo acariciando la cabeza del perro que tenía sobre su pierna.
-bueno una vez más te pido disculpas si te incomodo.- dijo ella con malestar.
-no pasa nada, no es tu culpa que tenga este problema.- dijo Tadeo.
-pobre niño.- comentó Hannah con lastima en alemán.
-no necesito lastima, necesito plata para mis cosas.- dijo Tadeo haciendo entender que la escucho.
-¡¿entiendes alemán?!- pregunto ella sorprendida.
-si.- comentó mientras esquivaba a la gente para evitar que lo toquen.
Ella solo lo miró sorprendida a Tadeo, un niño que tenia cuatro años con apariencia de siete.