En sus manos tenía una pistola que apuntaba hacia ellos. Sin embargo, la soltó, sin importarle las armas que le apuntaban.
Caminó lentamente hacia Anastasia con pasos lentos y contables, las lágrimas se acumulaban en sus ojos, su cuerpo temblaba como si tuviera frío.
Cuando llegó a Anastasia, le acarició suavemente las mejillas mientras sus lágrimas caían. —¿Eres Anastasia?
Anastasia no pudo hacerse responder. Su saliva estaba atascada en su garganta, casi haciéndola ahogarse. Se suponía que esto sería una escapada inofensiva sin que nadie descubriera su identidad, especialmente un miembro de la familia.
Sus pies se sentían pegados al suelo, e incluso la tarea más simple de caminar o reaccionar se convirtió en un desafío insuperable.
Las manos de Tracie aún estaban en la cara de Anastasia, luego las movió lentamente hacia su cabello, recogiendo los mechones de cabello marrón y observándolos fluir entre sus dedos.