¿Podría ser ella mi esposa?

Ella hizo contacto visual con Xavier, y al instante, su sangre se heló.

Anastasia no podía hablar ni respirar, estaba tan rígida como un maniquí, su aliento atascado en la garganta.

—¿Qué hace él aquí? ¿Escuchó todo lo que dije? —se preguntaba mientras continuaba mirándolo fijamente. Él estaba inmóvil, apenas parpadeando hacia ella mientras seguían mirándose el uno al otro.

Xavier miraba los ojos azules de Jennifer confundido. Ella tenía ojos color avellana, y ahora sus ojos eran azules.

El gruñido del señor Steven fue el único sonido que les hizo darse cuenta de que se habían estado mirando durante demasiado tiempo.

—Olvidé mi reloj de pulsera y no cerraste la puerta con llave —dijo mientras agitaba el reloj frente a Anastasia. Luego su mirada se posó en el señor Steven, quien estaba sangrando profusamente. —No sabía que podías golpear así —dijo.