Ante el cuestionamiento de Luo Qi, la expresión de Yan Ling permaneció imperturbable.
—¿De qué banda estás hablando? ¡No entiendo ni una palabra! Soy líder de pelotón del Imperio Oscuro, ¿no debería estar haciendo mi trabajo?
—¡Bah! No soy ningún Rey, y no seré engañado por sinvergüenzas como tú. ¡Lárgate! O te mataré ahora mismo.
Con eso, Luo Qi levantó la mano, y su daga estaba en el cuello de Yan Ling.
Yan Ling no mostró miedo, se encogió de hombros y dijo:
—Bien, ya que no necesitas mi ayuda, me iré.
Un hombre sabio sabe cuándo retirarse. Decididamente, se dio la vuelta y se fue.
Si no podía llegar al laboratorio, se quedaría en la villa por el momento.
Esperaba que esos pocos no fueran tontos, o todo su trabajo habría sido en vano.
Justo cuando Yan Ling entró en la villa, dos guardias pasaron junto a ella.
Al principio no le prestó mucha atención, pues el Imperio Oscuro tenía muchos guardias; no era nada inusual.
Pero su conversación captó la atención de Yan Ling.