renacimiento, ¿otra vez?

Francia, 1977. En un pequeño vecindario amigable y tranquilo, se escuchó por primera vez en mucho tiempo el suave llanto de un pequeño... si es que se puede llamar suave.

"¡Uwaaaa! (¡Maldición, otra vez!)"

Parece que el grito del pequeño perturbó a los residentes de la casa, ya que las luces se encendieron y se escucharon pasos lentos y quebradizos.

Al abrir la puerta, asomaron una anciana y su esposo, cuyos rostros no revelaban con claridad su edad. No porque se vieran mejor de lo que aparentan, sino todo lo contrario.

"Nico, mira, alguien dejó un pobre bebé en nuestra puerta. Pobrecito, debe tener frío. ¡Levántalo!" decía la mujer mientras empujaba a su marido hacia adelante.

"¡Uwaaaa! (¿Por qué estoy llorando? No puedo controlar mis lagrimales...)"

"¡Wow! Por suerte, parece que tienes energía, muchacho. Ven, déjame ayudarte." El anciano quebradizo se agachó, y se escucharon ruidos extraños provenientes de sus huesos.

"(Wow, viejo, creo que tú necesitas más ayuda. Pero me resulta algo familiar.)" El niño dejó de llorar y miró con sospecha todo a su alrededor, lo que podía, ya que no controlaba bien su cabeza.

"Nico, rápido, mételo adentro. No queremos que se resfríe." La señora apresuró a su marido, quien entró rápidamente a encender la chimenea.

"¡Ugh! (Mierda, no sale ninguna palabra de mi boca. Bueno, tranquilo, Stephen, observa y analiza.)" Mientras lo llevaban adentro muy lentamente, el niño observaba todo lo que podía para sacar información sobre dónde se encontraba.

"Bien, Penny, ya lo traje. Acomódalo en el sofá cerca del fuego. Tú, por favor, manda una carta a los aurores para que vengan a ver qué pasó con sus padres." Mientras el hombre, muy agitado, dejaba al niño sobre el sofá, le decía a su esposa.

"(Aurores, Nico y eso que está sobre la chimenea, ¿es lo que creo que es?)"

"(Si es así, creo que ya sé dónde estoy y quién es este anciano que apenas puede moverse: Nicolas FLAMEL.)"

Luego de un buen rato en el que la pareja acomodó al pequeño y revisó si tenía heridas o rasguños, sonó el aleteo de una gran lechuza negra.

"¡Gaa! (Wow, genial. Esas son las famosas lechuzas mensajeras. Eso solo confirma mis sospechas.)" El niño se interesó un momento antes de volver a fijar su atención en la piedra roja brillante encima de la chimenea.

"(¿De verdad ponen algo tan peligroso arriba de la chimenea como si fuera un jarrón decorativo o algo así?)" El niño interrumpió su monólogo interno cuando notó las fluctuaciones de todos los objetos alrededor de la chimenea, o más específicamente, de la casa misma.

"(Bueno, es de suponer. Más de 700 años y nadie ha podido robarla, ni siquiera acercarse. Tendrá esa seguridad.)" Mientras observaba las espadas con brillos y fluctuaciones poderosas, e incluso el cuenco de frutas que tenía una sorprendente energía mágica, el niño se sorprendió por el nivel de magia presente en los objetos.

"Nico, el señor Richard dijo que si quieres, puedes venir a ver al niño mientras manda a sus aurores a observar los alrededores. Es poco probable que sea una familia muggle, ya que es imposible que puedan atravesar todas las barreras de la casa." Perenelle decía mientras leía la carta que la lechuza había traído.

"Está bien, que venga. Mientras tanto, abriré la barrera para que pueda entrar. Por favor, observa al muchachito, que parece sentirse atraído por las espadas decorativas." decía Flamel mientras salía lentamente de la habitación.

Después de un rato, mientras la señora Perenelle distraía al bebé mostrándole la piedra filosofal como si fuera un llavero, sonó la puerta de la casa, y el señor Flamel fue a abrir.

"Hola, señor Flamel. Tanto tiempo. Espero no importunar." Un hombre con un bigote un poco exagerado, vestido con lo que parecía ser el uniforme de los aurores franceses y con una barriga prominente llegó.

"Hola, señor Richard. No se preocupe, necesitábamos de usted. Por favor, adelante." Flamel hizo una seña para que el auror se acercara mientras le contaba lo sucedido y le hablaba del niño.

"Así que este es el pequeño. Antes de llegar, hice que los aurores revisaran la zona y no encontraron fluctuaciones mágicas ni nada que indique de dónde vino el niño. Pero no se preocupe, llevaré al niño a un lugar seguro donde podrán cuidarlo." El señor Richard hablaba con elocuencia, pero no sin lanzar miradas obvias de curiosidad y codicia hacia la piedra que la señora Perenelle había dejado sobre la chimenea, algo que todos, incluido el pequeño, notaron.

"¿Es así? ¿Y dónde llevarán al pobre niño?" preguntaba Perenelle con algo de culpa, ya que, aunque jugó poco tiempo con él, se encariñó rápidamente.

"Por lo que parece, el niño podría ser un mago. Incluso a los niños la barrera antimuggles les afecta un poco, así que seguramente será puesto en un orfanato bajo vigilancia hasta que despierte sus poderes y tenga la edad para ir a la escuela, que supongo será Beauxbatons. Pero no se preocupe, estará bien." decía el hombre con confianza, pero con una pizca de desgana que, si no se observa con atención, podría pasarse por alto.

Pero para los Flamel, que habían vivido muchos años en maquinaciones e intentos de control, fue fácil de detectar.

"Nico, me gustaría cuidarlo si pudiéramos. Siempre me ha gustado saber cómo se siente tener un hijo o un nieto, y que haya aparecido así me parece un milagro traído por la magia misma." decía Perenelle mientras acariciaba la pequeña cabecita del bebé.

Nicolas Flamel miraba a su esposa mientras sus ojos también se dirigían al niño, que lo miraba con sus ojos azules brillantes y tintes de inteligencia, como si estuviera esperando una respuesta.

"Perdón la interrupción, señora, pero ¿no sabe de dónde vino el niño ni quién lo dejó? ¿Y si es una trampa para la piedra?" El hombre trató de dejar su punto, mostrando una preocupación falsa.

"No se preocupe. ¿Qué puede hacer un bebé? Es más, después de tantos años e intentos, si logran robarnos la piedra usando un bebé como señuelo, significa que ya no la merecemos. Así que nos quedaremos con el bebé, y mañana iremos a hacer los papeles al Ministerio." Flamel le decía al hombre mientras se acercaba para tocar la pequeña frente del niño, que lo observaba fijamente, pero se notaba más tranquilo.

"(Qué niño tan inteligente, parece que entiende todo lo que está pasando.)" Flamel luego se giró y le mostró la puerta al oficial.

"Bueno, es su decisión, señor Flamel. Cualquier cosa, puede llamarme. Estoy a su servicio." dijo el hombre mientras se marchaba.

"Bueno, vamos a dormir. Mañana saldremos y, después de mucho tiempo, también debemos conseguir cosas para el pequeño. Aunque no me gusta mucho este hecho, deberías conseguir un elfo doméstico para que cuide al niño." decía Flamel, mostrando una expresión de tristeza al mencionar la criatura.

"Está bien, Nico. Es la mejor manera de garantizar la seguridad y cuidado del niño, ya que somos un poco ancianos. No te preocupes, sé que no te gusta tener a las pobres criaturas como esclavos, pero no es como si las tratáramos como tal." Perenelle, que parecía mucho más frágil que Nicolas Flamel, levantó al niño y lo llevó a su habitación, mientras sacaba su varita y convertía una mesita de luz en una pequeña cuna.

"Bien, dormirás aquí. Duerme bien, que mañana tenemos un largo día." decía Perenelle al bebé mientras acariciaba su pancita hasta que se quedara dormido.

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espero les guste el capito ya saben cualquier comentario ayuda a avanzar, si hay errores necesito que me avisen ya que de corrector uso a Chatgpt por las dudas