"Un Año Mágico Comienza"

**"Mm mm"**

Todos en el expreso siguieron el tarareo hasta encontrar al culpable: un niño rubio bien vestido, con ojos azules, caminando alegremente por el pasillo mientras cantaba una canción. Un par de pequeñas niñas se sintieron atraídas por él, ya que parecía un príncipe.

"Parece que aquí está vacío", dijo el joven, que no era otro que Stephen, muy feliz por la sorpresa que causó con su entrada. Sentía que iba a ser un gran año en Hogwarts.

Mientras pensaba en las bromas y travesuras que podría hacer en la escuela, escuchó a alguien en la puerta. Al girar, vio a dos pelirrojos dudando sobre quién debería abrirla. Finalmente, uno de ellos decidió hacerlo.

"Hola, ¿cómo estás?" "No sabíamos si deberíamos entrar" "O no" "Él es Fred" "Y él es George" "Somos los hermanos del tipo que dejaste colgado como piñata" "Lastimosamente", se presentaron los gemelos. Hablaban a la vez, y era difícil seguirles el ritmo.

"Hola, yo soy Stephen Flamel, un gusto", respondió Stephen, sorprendido de encontrarse de nuevo con los gemelos.

"Sí, escuchamos antes" "Cuando papá quedó" ""Sorprendido, jaja"" dijeron a la vez, mientras se sentaban.

Un golpe en la puerta interrumpió la conversación. Era la vendedora de golosinas, preguntando si querían algo.

"No, gracias" "Estamos bien" "Le robamos las galletas que Percy guardaba" "Jaja, estaban bajo su cama", dijeron los gemelos, mostrando un frasco con unas galletas.

"Está bien chicos, elijan lo que quieran, yo invito", dijo Stephen con una sonrisa. Los gemelos estaban encantados.

"¡Genial, el niño rico invita!" "¡Niño rico es lo más!" dijeron los gemelos mientras comenzaban a elegir golosinas. Aunque eran bromistas, sabían no aprovecharse de los demás, lo que agradó a Stephen.

"Está bien, pero si siguen así, la señora no podrá continuar vendiendo", dijo Stephen mientras se acercaba al carrito. "Si elijo uno de todo, ¿quedará algo para los demás?" preguntó, ganándose el aprecio de la vendedora.

"Sí, querido. Tengo mucho más, no te preocupes. Antiguamente, los niños de Slytherin compraban todas las golosinas para ellos, así que ahora estoy preparada", dijo la señora con una sonrisa satisfecha.

"Entonces, así será", dijo Stephen, acomodando la mesa en el centro para que todos pudieran disfrutar. Los gemelos ayudaron gustosamente a mover las golosinas.

"Oye, niño rico, me agradas" "Sí, niño rico, eres genial", dijeron los gemelos, aunque Stephen ya no sabía quién era quién.

Después de atiborrarse de golosinas y escuchar las historias de los gemelos sobre las bromas que les hacían a sus hermanos, Fred y George hicieron una pregunta.

"Así que, Stephen, nos gustaría saber algo" "Sí. ¿Sabes crear también esas herramientas?" "Esas como la que dejó a Percy colgado" "Nos corroe la duda", preguntaron los hermanos.

"Mm, sí, en realidad esa la hice yo. No creerán que una herramienta de defensa se activaría solo por chocar suavemente mi pie, ¿verdad? Las herramientas que me dio mi abuelo solo se activan con peligro mortal", explicó Stephen, haciendo una mueca de asco. "¡Mierda, este caramelo sabe a vómito!"

"¡Jajaja, una vez—!" "¡Espera, esa herramienta con esos hechizos tan geniales, la creaste tú!" exclamaron los gemelos a la vez, sorprendidos.

"Jajaja, sus caras de sorpresa son geniales. Me gustaría tener una cámara", dijo Stephen mientras escupía el caramelo en un tarro.

"Eso quiere decir Fred" "Eso quiere decir George", se miraron y luego miraron a Stephen seriamente. "Por favor, enséñanos a crear herramientas para bromas— quiero decir, herramientas alquímicas", pidieron a lo unísono.

"Claro", aceptó Stephen rápidamente mientras se comía otro caramelo.

"Wow, aceptaste muy fácilmente" "Demasiado fácil, yo pensaba ofrecerte las galletas a cambio", dijeron los hermanos entre sí.

"Así que querían sobornarme con galletas, ¿eh? Bueno, me quedo con las galletas", dijo Stephen, extendiendo la mano.

Los hermanos, dudosos, se miraron y entregaron las galletas lentamente, como si fueran un tesoro valioso.

"Wow, son geniales. No pensaron en venderlas. Tu madre haría mucho dinero", dijo Stephen, tomando una y devolviendo el frasco a regañadientes.

"Geniales, ¿verdad? Pero no creo que las venda. Después de todo, tiene que cuidar a muchos hijos", comentó Fred mientras peleaba con su hermano por la última galleta.

"Sí, en casa somos muchos, así que no tiene tiempo", agregó George mientras miraba la mitad de galleta que había conseguido.

"Pero supongo que tus hermanos menores irán a Hogwarts en unos años", comentó Stephen.

"Sí, pero todavía faltan 2 y 3 años para que puedan", dijo George.

"Entonces hagan dinero y ayuden a su madre a abrir su tienda, y solucionado", sugirió Stephen.

"En realidad, nuestro plan es abrir una tienda de bromas" "Sí, por eso queríamos que nos enseñaras", dijeron Fred y George, con entusiasmo.

Así pasaron el día en el expreso, hasta que llegaron a Hogwarts. Bajaron vestidos con sus túnicas y se reunieron con Hagrid, quien los guió hacia el castillo.

"Todos, cuidado con la cabeza", advirtió Hagrid mientras cruzaban un puente oscuro. Finalmente, llegaron al magnífico castillo y se dirigieron hacia las escaleras donde la profesora McGonagall los esperaba.

"Aquí los dejo, profesora", dijo Hagrid antes de retirarse.

"Atención, por favor. Dentro de un momento, entrarán en fila, donde serán seleccionados por sus casas. Recuerden que las casas ganarán o perderán puntos dependiendo de su comportamiento", explicó McGonagall, mirando especialmente a los gemelos Weasley.

"(Sentí que me miraba a mí también, ¿será mi imaginación?)" pensó Stephen, mientras McGonagall se retiraba.

Stephen observó, esperando algún evento interesante, pero la mayoría de los estudiantes estaban tranquilos y conversando. Finalmente, McGonagall volvió y llamó a los estudiantes uno por uno.

Cuando llegó el turno de Stephen, se acercó al banco con el sombrero arrugado. El sombrero comenzó a cantar, y Stephen se sorprendió al notar un pulso mágico que emanaba de él. Un viejo mago lo miraba fijamente, sorprendido y feliz.

"Ahora, Stephen Flamel", anunció McGonagall, mientras Stephen se sentaba bajo el sombrero.

"Oooh, mmm, perdón niño, ¿podrías apagar tu oclumancia? No te preocupes, ningún secreto saldrá de mí, ni siquiera al director", dijo el sombrero, notando el amuleto antioclumancia que Stephen había activado.

"A lo siento", dijo Stephen, tocando el collar para desactivar la barrera.

"Mm, ya veo por qué tanto cuidado. Tienes una mente brillante llena de memorias de otros mundos. Mmm, veo en ti las ganas de aprender de Ravenclaw, pero parece que a la vez lo detestas después de tanto tiempo. Mmm, veo tus ganas de hacer amistades de Hufflepuff y, aunque no tienes tanta ambición para Slytherin, tu sangre pura podría poner a cualquier casa de rodillas. La valentía está de más, mucho más si estás dispuesto a destruirte a ti mismo para salvar un mundo" "¡Gryffindor!" gritó el sombrero finalmente.

"(Para mí que solo quería ver mis recuerdos)" pensó Stephen mientras el sombrero lo enviaba a Gryffindor despues de tardar tanto, entonces se acercó a su asiento, encendiendo de nuevo su barrera antioclumancia.

Luego de la selección, la profesora McGonagall llamó a los últimos estudiantes. Entre ellos estaban Lee Jordan, Angelina Johnson, Alicia Spinnet, los gemelos Weasley, y algunos Slytherin sin importancia.

Finalmente, llegó el momento de la comida. Dumbledore dio la bienvenida con sus tradicionales palabras:

"Déjenme recordarles que explorar el Bosque prohibido está altamente prohibido. El señor Filch también me pidió que les recuerde que está prohibido usar magia en los pasillos. Y, por último... A los nuevos alumnos les digo: ¡bienvenidos! Y a los que no son nuevos les repito: ¡bienvenidos otra vez! Les espera un año más de educación mágica. ¡A comer!"

Las mesas se llenaron de comida hasta el tope. 

"Así que nada sobre el tercer piso ni otros lugares peligrosos. Parece que es como pensé, van a ser años muy aburridos hasta que llegue Harry. Entonces es mi deber hacerlos divertidos", murmuró Stephen para sí mismo, con una sonrisa

 maliciosa que atrajo la atención de las niñas y asustó a los chicos.

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¡Espero que esta versión te guste!