"Bosque prohibido"

Por alguna razón chatgpt cambio los "" por -- pero igual se entiende. Por favor dejen sus piedras de poder que siempre ayudan.

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Luego de la reunión en el despacho del director, no pasó nada interesante durante un par de días en la vida de Stephen. Solo estuvo un poco ocupado ayudando a los unicornios. De vez en cuando salía con los gemelos a asustar a algunos novatos. Esta vez encontraron inspiración en una película muggle llamada *Child's Play*, donde aparecía un muñeco poseído. La única razón por la que los gemelos pudieron verla fue porque uno de sus compañeros que vive en el mundo muggle la grabó. Algo poco ético, pero a los magos poco les importó.

Por cierto, el Ministerio atacó a Magitech alegando que no podían permitir que la influencia muggle entrara al mundo mágico por culpa de sus Magicphones, ya que varios sangre pura protestaron ante esto. Obviamente, Magitech los ignoró.

Entonces, de vez en cuando, se veían alumnos siendo perseguidos por un muñeco lleno de cicatrices con un cuchillo (falso, obviamente) mientras gritaban despavoridos. Y otras veces se veía a un alumno (falso) tirado en el piso siendo apuñalado por el mismo muñeco, lo que provocaba que la profesora McGonagall castigara al grupo de vez en cuando.

Un día, mientras Stephen estaba aburrido en la sala común, su alarma sonó, avisando que uno de los unicornios estaba siendo atacado, así que salió rápidamente a su rescate.

Cuando llegó, vio algo interesante.

—Así que este es el día del encuentro de Harry —dijo mientras se paraba sobre un árbol y miraba cómo Harry quedaba petrificado mientras Voldemort se acercaba.

—¿Debería atraparlo? —se preguntó Stephen mientras observaba al débil Voldemort poseyendo al igualmente débil Quirrell—. No, si se escapa la trampa de Dumbledore para engañar a Voldemort sería inútil. Y volvería a intentar robar la piedra. Lo siento, Harry, te debo una —pensó Stephen, sopesando los pros y contras de intervenir. Además, Voldemort debía ver cómo la piedra era destruida, para que Stephen pudiera estar más tranquilo en cuanto a que no lo atacaran por llevar el apellido Flamel.

Luego vio cómo un centauro salvó a Harry y la llegada de Hagrid.

—Creo que lo mejor sería que lo ayudemos a dejar de sufrir —dijo Hagrid, mirando al unicornio. Las heridas hechas por magia negra eran muy difíciles de curar y, en algunos casos como este, imposibles.

—No. Está bien, déjenmelo a mí —dijo Stephen de repente, comenzando a descender lentamente mientras levitaba.

—Stephen, ¿qué haces aquí? El bosque está prohibido para los alumnos —dijo Hagrid al verlo.

—Ah, sí, pero veo… uno, dos… cuatro alumnos aquí contigo en el bosque prohibido, ¿verdad? ¿De verdad llevar alumnos de castigo al bosque prohibido? No me interesa, Dumbledore sabe que estoy ayudando a los unicornios —dijo Stephen, agachándose lentamente para examinar el estado del unicornio.

—Por suerte puse el hechizo de suspensión y parálisis, pero queda poco tiempo —dijo Stephen mientras empezaba a usar hechizos élficos para purificar y cortar las partes corrompidas. Luego, sacó un vial con un líquido que apenas tenía.

—¿Qué es eso, Stephen? —preguntó Hermione, curiosa.

—Lágrimas de fénix. Fawkes encantado las donó cuando le pedí algunas para los unicornios —respondió Stephen mientras dejaba caer un par de gotas en las heridas y, con un hechizo, las cerraba. Todos miraron asombrados cómo se curaba rápidamente, dejando solo una cicatriz.

—Tuviste suerte, muchacho. Si te hubieran herido en un punto más crítico, no hubiera querido desperdiciar tus lágrimas. Estarás un poco mareado hasta que repongas tu sangre, pero estarás bien —dijo Stephen al unicornio, que estaba consciente pero aún acostado. Las bestias mágicas son bastante resistentes.

—¿Qué pasará con él? ¿Quieres que te ayude a llevarlo con su familia? —preguntó Hagrid, feliz de que el animal estuviera bien, ya que es sabido que Hagrid ama todas las bestias del bosque.

—No, su familia ya está aquí —dijo Stephen, señalando a un gran unicornio que caminaba lenta e imponentemente hacia ellos, observando con desconfianza a los presentes, excepto a Stephen.

—Está bien, Sunset. Ellos ayudaron al pequeño, son amigos —le dijo Stephen al unicornio que se acercaba. Sunset es el nombre que Stephen le puso al líder de la manada cuando se hicieron amigos.

—Es Sunset, el líder de los unicornios. No les recomiendo hacerlo enojar, su cuerno no es solo un adorno. Incluso a mí me costó vencerlo —dijo Stephen, recordando cuando conoció a Sunset y este empezó una batalla, pensando que era un enemigo. Stephen apenas pudo derrotarlo, sobre todo porque no quería lastimarlo.

—Wow, es la primera vez que veo un unicornio gigante… Bueno, un unicornio también —dijo Ron mientras se acercaba cauteloso a Sunset, quien dio un paso atrás con desprecio.

—Jaja, a los unicornios no les agradan los hombres —se burló Stephen.

—Entonces, ¿por qué tú puedes acercarte? —replicó Ron rápidamente.

—Bueno, si puedes vencerlo uno a uno, no creo que te desprecie. ¿Qué dices, quieres intentarlo?

—Y-yo paso —dijo Ron cobardemente.

—¿Y ustedes? —preguntó Stephen mirando a Harry y Draco, quienes rápidamente sacudieron la cabeza en rechazo.

—Hermione, tú que eres una niña, ¿quieres intentarlo? —preguntó Stephen a la interesada Hermione.

—C-claro —dijo valiente, acercándose lentamente al unicornio, quien se inclinó para que ella pudiera acariciarlo.

Hermione acarició felizmente al unicornio, ganándose una mirada envidiosa de los tres chicos, a quienes ignoró.

—Está bien. El joven unicornio ya se ha recuperado lo suficiente para poder andar. Dejemos que Sunset lo lleve con su grupo para que reponga su sangre —dijo Stephen, indicándoles que ya podían irse.

—Hagrid, creo que deberías avisarle a Dumbledore sobre el ataque —dijo Stephen mientras se marchaba.

—Cierto, debo contárselo a Dumbledore. Muchachos, volvamos al castillo. El castigo ha terminado —dijo Hagrid, llevándolos de vuelta al castillo. Todos corrían detrás de él, ya que al ser tan grande, caminando rápido los adelantó.

En el camino, Stephen vio a Ronan, el centauro que ayudó a Harry, y rápidamente levitó para dirigirse al castillo. Stephen odia a todos los que puedan ver el futuro o crear profecías. Teme que alguno haga una sobre él y termine atando su destino. Por eso, también evita a Sybill Trelawney cada vez que puede. Aunque se mantiene atento por si dice alguna profecía, para estar listo y darle un golpe antes de que la termine. Es la única forma que conoce para evitar una profecía: evitar que se complete.

Cuando Stephen llegó a su habitación, vio a todos jugando tranquilamente. Era una de las raras ocasiones en las que los gemelos no salían a explorar y se quedaban jugando videojuegos. Sí, Magitech creó consolas, aunque son retro, y los jóvenes magos las aceptaron rápidamente.

Cuando se disponía a acostarse, recibió una llamada de su abuela.

—Hola, abuela, ¿qué pasa llamando tan tarde? —preguntó rápidamente Stephen, ya que a esa hora era normal que su abuela estuviera durmiendo.

—¡No te hagas el tonto, niño, tienes hasta Navidad! —dijo Perenelle, furiosa, y luego colgó.

Sus compañeros de habitación, que escucharon los gritos de Perenelle, rápidamente lo miraron.

—Jefe, creo que fuiste maldecido.

—Sí, jefe, ahora te queda hasta Navidad para enviar el mensaje a la siguiente persona o morirás —dijeron los gemelos fingiendo estar asustados.

—Bien, se los enviaré a ustedes. Si no lo comparten en siete días, quedarán calvos —dijo Stephen, sin pensar en el desastre que acababa de causar en la vida de los estudiantes.

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*Corregido por ChatGPT.*