—Afortunadamente —dijo Margarita—, el súbito toque en la puerta no dejó que mi inquietud durara demasiado.
Me giré para mirar y para mi sorpresa, era Levi quien había venido.
Estaba solo, sin Enrique siguiéndole detrás.
Levanté ligeramente las cejas, observándolo paso a paso mientras entraba. —¿Todos en tu isla son tan ociosos? ¿Lo primero en la mañana es venir a mirar al cautivo?
Levi parecía indiferente a mi sarcasmo. Escogió un lugar donde sentarse por su propia cuenta, y solo cuando volvió a mirarme habló. —¡No dormí en toda la noche porque el patio de Licia fue allanado! —exclamó.
No esperaba que Levi me contara las noticias tan directamente, así que lo miré en silencio, sin unirme a la conversación.