Pasando por un tramo de la cueva tenuemente iluminada, Ye Yuan usó casi toda su fuerza.
Cuanto más avanzaba hacia las profundidades, más rápido latía el corazón de Ye Yuan. Y más pesada se volvía la intención fría en su cuerpo.
Siguiendo esa intensa insinuación psicológica, Ye Yuan caminó hasta el final de la cueva.
Ante sus ojos había una piscina profunda y serena, imposible de ver el fondo de un vistazo.
El aire frío que emanaba de la piscina hacía que el alma divina de Ye Yuan casi se congelara.
Esa intención fría penetrante hacía que Ye Yuan no pudiera evitar estremecerse.
La mirada de Ye Yuan se intensificó y exclamó:
—Esto es… ¡el aura de la Escarcha de la Eternidad!
—Así es, es precisamente la Escarcha de la Eternidad. Parece que heredaste completamente su legado. Solo por este aire frío, identificaste la Escarcha de la Eternidad —dijo una voz femenina fría.
Una voz femenina fría resonó. Era precisamente la voz que Ye Yuan escuchó afuera.