Feng Qingxue apenas podía imaginar tal escena, y creía que el trauma que Miao Fengqin experimentó en ese momento debió haber sido no menos que el suyo propio.
Al escuchar la risa burlona de Wang Jiao, ella replicó irritada —Ten cuidado de que tu Goudan también termine jugando con caca y comiendo estiércol de oveja. Me gustaría ver cómo te sientes entonces, como madre.
Wang Jiao respondió despreocupadamente —Está bien, mi suegra se encargará de ello.
La caca era tan sucia y apestosa; definitivamente no quería limpiarla ella misma.
Feng Qingxue le lanzó una mirada fulminante, haciendo señas a Chen Xueniang para que entrara a la casa —Está caliente afuera, vamos a charlar adentro.
—No entraré. Solo salí a pasear. Después cocinaré para mi madre y aprovecharé para comer gratis —dijo Wang Jiao mientras se alejaba saltando con Goudan—. Goudan, vamos a ver a tu abuela y a conseguir un poco de flan de huevo al vapor.