Ella estaba aterrorizada.
Suprimiendo su ira interior, Shangguan Furong habló con la voz más suave posible:
—Ziqing, por favor, habla. ¿Te golpeó? No tienes que tener miedo. Mamá está aquí y te protegeré. Por favor, sé honesta conmigo.
—¡No, no lo hizo!
Zhao Ziqing miró cuidadosamente a Lin Fang con un miedo extremo en sus ojos. Finalmente, estalló en lágrimas, aferrándose fuertemente al cuello de Shangguan Furong.
—¡Tengo miedo!
La aterradora confesión de Ziqing le rompió el corazón a Shangguan Furong.
Era su culpa.
Ella fue quien permitió que sus dos hijos sufrieran.
—¡Quiero quedarme con Mamá! ¡Ya no quiero estar con Papá! ¡La Tía Lin Fang es una mujer malvada! ¡Me pellizcó y me pinchó con esta inyección! ¡Mi hermana mayor también es mala! ¡Me quita mis cosas y me llama una bestia!
Mientras Zhao Ziqing hablaba, se aflojó la ropa para revelar los moretones en su cuerpo y los innumerables agujeros de aguja en sus brazos y espalda.
¡La visión era espeluznante!