Lin Qingluo observó cómo la paloma blanca se alejaba y sacó una botella de Píldora Espiritual de su Anillo de Almacenamiento, comunicándose mentalmente con Pequeño Martín Pescador.
—Muy bien.
Pequeño Martín Pescador estaba acicalando sus plumas en el alero y, al escuchar el mensaje, trinó nítidamente, agarró la pequeña botella y voló hacia el Palacio Imperial como un rayo veloz.
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Con la tentadora perspectiva de viajar por el mundo por delante, el ánimo del Pequeño Príncipe mejoró visiblemente.
Ya no como ayer, cuando solo pensar en que la Madre Emperatriz obligara a su hermana a ingerir veneno hacía que sus ojos se tornaran involuntariamente rojos y temblaran con lágrimas no derramadas.
El Viejo Maestro ordenó estrictamente que este asunto no se divulgara, y solo los hombres del Clan Lin conocían sus detalles, mientras que las parientes femeninas permanecían en la oscuridad.