Ye Mingsheng asintió, acariciando su barba con una sonrisa —Mi nieta, Ye Mingsheng, no puede ser mediocre. Debe ser mejor que otros discípulos.
—Es genial que padre esté dispuesto a enseñarle —los ojos de Ye Xue'e se iluminaron de alegría—. Es una excelente oportunidad ahora que está en el valle y no saldrá por un tiempo. Enséñale más, para que no se escape después de unos días y no podamos atraparla.
—Jajaja, de acuerdo —la barba de Ye Mingsheng se rizó de felicidad—. Mientras Qingluo esté dispuesta a aprender, haré todo lo posible por enseñarle.
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Lin Qingluo acompañó a su abuelo al valle y se detuvo en la casa de bambú. En vez de entrar, se dio la vuelta y se dirigió al jardín de hierbas.
Pequeño Príncipe, cargando una pequeña canasta y una pequeña pala, estaba ayudando a su hermana a cuidar del jardín de hierbas.