—Si no podemos encontrar todas las plantas medicinales, ¿de qué sirve una receta? —Lin Qingluo parecía desanimada, soltando un profundo suspiro.
—Desde que volvió del Palacio Imperial anoche, había suspirado casi cien veces ya.
—¿De verdad perderá la vida Xuan'er? —El ánimo de Mo Canglan no pudo evitar también ensombrecerse.
—El Noble Señor está muy seguro, no mentirá —frunció el ceño Lin Qingluo.
—No te preocupes, Maestra, entregaré personalmente la receta al Antiguo Ancestro en el Valle del Rey de la Medicina —Mo Canglan sintió un pesado lastre en su corazón.
—Vete —Lin Qingluo sonrió aliviada—. No hay necesidad de apresurarse a regresar. En tu camino, pasa por la Aldea Woniu y visita el Cañón Místico. Informa al hermano mayor sobre la condición del Viejo Maestro y pide que, si es posible, acompañe a nuestra madre de regreso.
—Sí —La expresión de Mo Canglan era solemne, accediendo respetuosamente.