—No hay necesidad, no hay necesidad de cucharas cuando se bebe gachas. —Lin Qingluo rió ligeramente y calmadamente tomó sus palillos, como si no notara la vergüenza de Qinghe.
—Señorita, esa chica Zizhu tiene manos y pies torpes. Rompió un bol mientras sostenía un plato... —Qinghe parecía agradecida e intentaba persuadir a su ama. Cuando sus ojos cayeron en su propia cuchara caída, su rostro se puso rojo.
—¿Cuántos años tiene? Solo es una niña de ocho o nueve años, no sabe mejor. Podemos enseñarle lentamente. —Lin Qingluo sonrió con indiferencia, tomó un bollo y dio un mordisco.
—Es su buena fortuna que la señorita la valore. —Qinghe sonrió torpemente—. Qinghe hablará con Nanny Sun sobre esto más tarde y hará que alguien reemplace a Zizhu barriendo el patio.
—Está bien. —Lin Qingluo asintió satisfecha, concentrándose en su comida y sin hablar más.
—Qinghe se quedó al lado, sintiéndose incómoda, y cerró la boca.
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