—¿Cómo es que estoy siendo vulgar? —replicó Lin Jinyang con los dientes apretados—. No presumas de baratijas sin valor, nuestra hermana es la perla de nuestro Clan Lin, solo el tesoro más raro y valioso del mundo es digno de ella.
—Puedes dejarlo.
—Tesoro invaluable, ¿eh? —se burló Lin Jinpeng y lo miró de reojo—. Si tienes la capacidad, saca uno y muéstralo a todos.
—No tengo ninguno.
—Eso no significa que el hermano mayor no tenga uno, ¿verdad, hermano mayor? —con la cara dura, inclinó la cabeza para mirar a Lin Jinyu y trató de congraciarse con una sonrisa Lin Jinyang—. Estoy seguro de que el regalo para nuestra hermana debe estar preparado desde hace mucho tiempo.
—¿Qué tiene que ver el regalo del hermano mayor contigo? —fue implacable Lin Jinpeng—. Si tienes agallas, saca el tuyo propio.
—Hermana, mi corazón entero está entregado a ti —de repente cambió su mirada Lin Jinyang, hizo un corazón con las manos y se acercó descaradamente a su hermana.