—Jeje, no puedes patearme —Shitou se esquivó ágilmente y continuó burlándose con una sonrisa.
—Ya tienes tu regalo de compromiso.
—¡Piérdete! —Feng Yi estaba completamente provocado y quería darle otra patada, pero se contuvo por la presencia del pequeño maestro.
—Este tipo tiene una lengua afilada y se merece una paliza —Wang Meng palmeó el hombro de Feng Yi y le dio una mirada cómplice—. Uno de estos días, tú y yo le daremos una buena lección.
—Trato hecho —Feng Yi no dudó en estar de acuerdo.
—Vayan al noveno piso —Lin Qingluo sonrió al ver a los tres jóvenes discutir, y con un parpadeo de luz espiritual en su mano derecha, guardó el artefacto de jade antiguo y encabezó el camino por las escaleras.
—Maestro, hay buenos tesoros en el noveno piso —El Pequeño Martín Pescador y Baoya esperaban impacientemente a Lin Qingluo en el noveno piso. En cuanto vieron llegar a su joven maestro, le presentaron con entusiasmo una cuenta delicada y translúcida.