Al ver al Pequeño Martín Pescador aletear y girar sobre la cabeza de su maestro, con sus ojos moviéndose rápidamente, mostraba una sonrisa inofensiva hacia humanos y bestias, halagando al bebé de la bestia divina.
Noveno Tío Lin lo miró con sorpresa, sin entender por qué su sobrino, que aparentemente no era muy tonto, estaría hablando con un pájaro.
—Chirp chirp.
Pequeño Martín Pescador disfrutaba del halago, su vanidad inflada, y sin una palabra, aleteó sus alas para guiar el camino.
—Jinzhou, mantente al ritmo.
Lin Jinxu rió con picardía, acelerando su paso para seguir de cerca.
Lin Jinzhou captó la idea en un segundo, sintiéndose un poco emocionado, también aceleró para alcanzar.
—¿Qué tonterías están haciendo estos niños?
Noveno Tío Lin estaba confundido, confiando en su profunda fuerza interna, los siguió tranquilamente.
Lin Qingluo sonrió, disfrutando en silencio del cuidado de sus hermanos.