—Es bueno olvidarlo.
Lin Qingluo no sospechó nada y sonrió aliviada:
—Para la Píldora de la Longevidad, solo me faltan las últimas siete Plantas Espíritu. Aunque estas Plantas Espíritu raras son difíciles de encontrar en el mundo, haré todo lo posible por encontrarlas para ti, hermana.
—Mmm, gracias, hermana. Eres tan amable.
Los ojos de Lin Yixuan brillaron con gratitud mientras se inclinaba hacia adelante y frotaba afectuosamente su frente contra el hombro de su hermana.
—No hace falta que seas tan cortés con tu hermana.
Lin Qingluo acarició afectuosamente su cabeza.
La calidez de la interacción de los hermanos parecía molestar a su hermano mayor.
Lin Jinyu se apresuró a regresar tras escuchar el sonido de las águilas y entró en el patio. Al ver esta escena, no pudo evitar sentir una sensación de crisis.
Su hermanita parecía ser demasiado íntima con este Pequeño Príncipe aparentemente inofensivo.