Los ojos de Hunao se movieron mientras se deslizaba entre las flores y avanzaba hacia la Casa del Leopardo, dando pequeños pasos con sus patas cortas.
A pesar de estar seguro de que Leibao no se despertaría, aún estaba preparado para huir en cualquier momento.
—¡Wow, qué lindo cachorrito de tigre!
Un grito alegre de una chica estalló de repente, rompiendo el silencio de la tranquila tarde.
—¡Ah!
El pelaje de Hunao se erizó de sorpresa antes de que girara y corriera hacia las flores.
Un par de delicados zapatos bordados bloqueó su camino, asustando al pequeño tigre que empezó a temblar y luego saltó hacia atrás dos veces.
—Hunao, ¿qué estás haciendo aquí en la Casa del Leopardo en lugar de quedarte en la Residencia Nieve Volante? —Lin Qingluo se inclinó, recogiendo al adorable y torpe cachorrito de tigre, mientras le pellizcaba cariñosamente su pequeña y húmeda nariz.
—¡Achú!
Hunao estornudó involuntariamente, haciendo reír a todos los presentes.