—¡Maldición!
Al oír sus palabras, Lin Caisang no pudo evitar maldecir.
—Ya Molian, ¿qué clase de ideas retorcidas son esas? Deshazte de ellas de tu cabeza, descártalas de inmediato, ¿me oyes?
Sus palabras, pronunciadas con tanta ira, le devolvieron el dolor al vientre donde había sido golpeada antes. No pudo evitar frotarse el estómago.
Al oír esto, Ya Molian levantó sus oscuros ojos, llenos de profunda diversión. La atrajo desde la silla frente a él hasta sus brazos, su gran mano colocada de manera gentil sobre su vientre, comenzando a frotar.
—¿Todavía te duele? ¿Quieres un poco de medicina? —preguntó él.
—¡Me duele por tu molesta presencia! —Lin Caisang replicó afiladamente.
Sí, ¿acaso no fue él la causa de su dolor? Qué hermoso el mundo, colorido y diverso. ¿En lugar de apreciar los buenos momentos, se considera normal la idea de explotación mutua y puñaladas por la espalda?
¡Qué horror sería eso!