—Siempre sabes cómo endulzar a la gente, realmente no sé cómo Yichen te soporta —le dio palmaditas en el brazo a su nieta que la rodeaba Zhou Guifang.
—Ya sea que pueda soportarme o no, no le queda de otra —dijo Luo Qiao—. Terminó su frase con una risa.
—Dime, ¿cuánto dinero costó todo esto? Aún no hemos terminado de comer lo que trajiste la última vez —comentó Zhou Guifang, mirando los artículos dentro.
—De todos modos, hace frío, se pueden conservar. No escatimen en ustedes mismos, han trabajado duro toda su vida, ya es hora de que disfruten de algunas bendiciones —dijo Luo Qiao mientras ayudaba a su abuelo a entregar cosas.