—Lu Yichen le dio una palmadita en la cabeza y la consoló:
— Tranquila, una vez que regresemos, encontraremos la manera de devolver esta bondad con creces.
—Luo Qiao asintió:
— Lo sé.
—Después de hablar, levantó la vista y preguntó:
— ¿Ya casi terminan con sus cosas?
—Lu Yichen se masajeó la frente:
— Probablemente estaré ocupado unos días más; te llevaré esta tarde.
—Luo Qiao negó con la cabeza:
— No hace falta, solo tengo una maleta. Sigue con tus asuntos; no es necesario que vengas. Ir y venir sería una pérdida de tiempo. Entiendo tus intenciones, y eso es suficiente.
—Lu Yichen se agachó frente a Luo Qiao:
— Debes tener cuidado cuando estés fuera, y si algo sucede, no actúes imprudentemente. Recuerda llamarme; luego tendré a alguien que se encargue por ti. ¿Entendido?
—Luo Qiao asintió, y luego añadió: