—Luo Qiao sonrió y dijo:
—No es tan difícil como piensas.
—La Tía Li estaba algo nerviosa:
—Hay algo especial en esas flores en las que debería prestar atención, así que por favor déjame saber con antelación para poder cuidarlas.
—Luo Qiao miró a la Tía Li, que se había arreglado especialmente bien, lo que complació mucho a Luo Qiao:
—Tía Li, ¿cuánto espera por su salario cada mes?
—La Tía Li estaba un poco nerviosa:
—Usted decida eso por mí. Realmente no lo sé. Los trabajadores temporales en el pueblo ganan veinte dólares al mes.
—Luo Qiao asintió:
—Entonces le daré treinta dólares al mes, habitación incluida pero sin manutención. Vivirá aquí de ahora en adelante, con cuatro días libres cada mes, y por supuesto, está bien si sus días libres coinciden con los de su hijo, como los domingos.
—La Tía Li se levantó para agradecerle:
—Muchas gracias.
—Luo Qiao dijo: