—Eso… ¿cómo está tu herida? ¿Ya sanó? —preguntó Dong Yuanyao al girarse hacia Sun Changze a su lado.
—Eh, fue solo una herida menor, sanó hace tiempo —respondió Sun Changze con indiferencia—. Estoy en gran forma —dijo, inflando su pecho musculoso.
—No recuerdo quién estaba acostado en la cama, débil e incapaz de moverse hace poco —rodó los ojos Dong Yuanyao.
Sun Changze sonrió con vergüenza, algo corto de palabras.
—¿Cómo llegaste a conocer al Pequeño Príncipe? —le dio una mirada Dong Yuanyao y preguntó.
—¿No se encarga mi familia del transporte marítimo? Xiao tiene vidrio de colores, así que compro de él y luego lo vendo en diferentes lugares por barco de carga —sabiendo que no podía mencionar la mina de oro, Sun Changze pensó por un momento y luego dijo.
—¿Xiao? ¿El Pequeño Príncipe te permite dirigirte a él así? —Dong Yuanyao frunció ligeramente el ceño.
—Solía llamarlo Pequeño Príncipe también, pero después de verlo esta vez, ya no me dejó —asintió Sun Changze.