Una buena noche de sueño.
Temprano a la mañana siguiente, Xiao Yeyang y Daohua se levantaron temprano, uno practicaba esgrima en el patio y la otra con un látigo. Después de que cada uno había practicado lo suficiente, lucharon entre ellos por un rato.
—Xiao Yeyang, ¿quién te dijo que fueras suave conmigo?
—Si no lo hiciera, no durarías tres movimientos.
—No me subestimes.
Viendo a los dos niños pelear boisterosamente en el patio, la Abuela Gu sonreía con los ojos medio cerrados.
Tal vigor y vivacidad hacían que el espíritu y cuerpo de todos se sintieran rejuvenecidos.
Durante el desayuno, Daohua dijo a Gu Jian y la Abuela Gu: "Abuela, Maestro, voy a preparar un baño medicinal para Xiao Yeyang en la granja más tarde, para que pueda relajarse".
Gu Jian asintió: "Después de viajar continuamente durante más de dos meses, es hora de cuidar su cuerpo".
La Abuela Gu tomó la conversación: "¿Por qué ir a la granja? Prepáralo justo aquí en nuestro patio".