El tranquilo salón estaba iluminado por una luz tenue, donde dos personas se miraban en silencio.
Mo Yan, con la cabeza dando vueltas, observaba al increíblemente apuesto hombre de negro frente a ella, aún algo incapaz de entender la situación. Nunca esperó que él viniera a buscarla en medio de la noche. Tenía tantas preguntas que quería hacerle. Quería saber dónde estaba herido, preguntar si estaba completamente curado, preguntar si era peligroso para él salir así, preguntarle...
Pero cuando las palabras llegaron a sus labios y miró en sus ojos fijamente puestos en ella, la mente de Mo Yan se quedó en blanco. ¡Solo aquellos ojos profundos permanecían, penetrando profundamente su corazón, incapaces de ser sacudidos!
Xiao Ruiyuan observaba a la persona en la que había estado pensando día y noche con una mirada casi ávida. Necesitaba casi todo su autocontrol para suprimir el impulso de sostenerla fuertemente en sus brazos y aliviar el anhelo que había sentido durante tantos días.