El Doctor Gui maldijo acaloradamente durante un buen rato, sin siquiera pausar para tomar aliento. Los ojos de Xiao Ruiyuan se contrajeron casi imperceptiblemente, y al no ver señales de que él se detuviera, finalmente no pudo evitarlo, entregándole la caja en un intento por hacerlo callar.
—¿Qué es esto? —Como era de esperarse, el Doctor Gui detuvo su diatriba, preguntando mientras extendía la mano para tomar la caja de madera.
Los dos se conocían desde hacía muchos años y ambos servían al Príncipe Heredero. A pesar de la diferencia en sus edades, habían desarrollado una comprensión excepcional.
El Doctor Gui estaba profundamente dedicado al arte de la curación, su mayor interés era encontrar materiales medicinales, refinar buena medicina y tratar enfermedades que otros doctores no podían.