Mo Danier volvió a la realidad y, al ver la expresión ansiosa de su madre, de repente sonrió. Tomó suavemente la mano ligeramente temblorosa de Mo Wu y dijo con sinceridad:
—Madre, no importa lo que hagas, tu hija te apoyará. A donde vayas, tu hija te seguirá. ¡Siempre serás mi querida madre!
Las lágrimas de Mo Wu cayeron instantáneamente. Se cubrió la boca para evitar gritar. Esas lágrimas no eran de tristeza, sino de alegría desde el fondo de su corazón.
Al ver llorar a su madre otra vez, San Ni y Shitou se pusieron al lado de Mo Wu, uno a la izquierda y otro a la derecha. Dani, de diez años, como si entendiera algo, frunció su pequeña cara y le dijo a su madre:
—Madre, San Ni también te seguirá. Todos los hermanos te seguirán. No puedes dejarnos atrás, San Ni no quiere... no quiere ser una niña sin madre...
Al final, se le enrojecieron los ojos y se le quebró la voz, incapaz de continuar.