La gente finalmente comprendió que todo el alboroto se había debido a que nadie había felicitado a Yang Rusong. No podían evitar llevar en sus rostros expresiones extrañas. Felicitar a alguien o no era cuestión de elección personal; nadie tenía derecho a exigirlo.
—¡Ja! ¿Qué tiene de impresionante convertirse en Escolar? —La anciana bufó—. Tenemos un Campeón aquí, y no anduvieron presumiendo por ello. Si eres tan capaz, conviértete tú en Campeón. Entonces ni siquiera tendrás que gritarlo; el propio Emperador probablemente te felicitaría...
—¿Qué Campeón? Deja de hablar tonterías —Yang Anshi hizo un gesto de desdén con la mano—. ¿Qué importa una vieja bruja como tú? ¿Estás celosa porque en tu familia no hay un Escolar? ¿Qué tiene de grandioso un Campeón? Si Rusong quisiera, podría pasar la prueba con facilidad...