—¿Y? —dijo Lu Qingyi con una mano deslizada en su bolsillo, su mirada en Lu Yao fría como el hielo.
No tenía idea de si Ruan Qingyang era bondadoso o no, lo único que sabía era que ella misma no lo era.
—Después de todo, Yao Meishu ha sido tu madre durante tantos años —comentó.
Lu Yao miró a Lu Qingyi, sus ojos llenos de súplica.
Aunque inicialmente le gustaba Ruan Qingyang, había pasado mucho tiempo con Yao Meishu, formando un vínculo emocional. Ahora que Yao Meishu estaba en problemas, estaba decidido a ayudarla.
Lu Qingyi levantó las cejas. —¿Lo merece?
—Tu madre es tan bondadosa. Como su hija, tú debes ser bondadosa también, ¿verdad? Los médicos llevan el corazón de los padres —dijo Lu Yao extendiendo la mano para agarrar el brazo de Lu Qingyi, su voz suplicante para que liberara a Yao Meishu.
Aunque tenían pruebas importantes en su contra, Lu Yao creía que, mientras Lu Qingyi estuviera de acuerdo, definitivamente podrían liberar a Yao Meishu.