Esa tarde, en el Restaurante de Mariscos.
Aunque Zhao Dafa dijo que no armaría alboroto, aún reservó la sala privada más grande y organizó cinco mesas.
Tan pronto como Shen Mingzhu bajó del coche con el niño y Shen Hongmei, Zhao Yun las recibió con una sonrisa radiante.
—Tía Mingzhu, Tía Hongmei.
Shen Mingzhu le pidió que llevara primero a Pei Ziheng y a Guoguo adentro, luego fue a abrir el maletero y, junto con Shen Hongmei, cargó los regalos.
Una vez dentro de la sala privada, Zhao Dafa alegremente aceptó los regalos y le dijo en voz alta a Zhao Yun que les mostrara sus asientos.
—Tía Mingzhu, Tía Hongmei, pueden sentarse aquí, mi papá les guardó buenos lugares.
Shen Mingzhu bromeó:
—¿Qué tienen de especial, podemos comer dos platos extras o algo así?
Zhao Yun se rio entre dientes:
—Mi papá ha organizado una actuación de canto y baile. Sus asientos están justo frente al escenario para que puedan ver el espectáculo mientras comen. Es realmente agradable.