—Zhao Ge, ¿qué pasa? —Zhao Dafa se inclinó para agarrar una bolsa del asiento trasero del carro y se la entregó—. Esto es para ti.
—Shen Hongmei la tomó y vio que era un localizador.
—Miró a Zhao Dafa, desconcertada—. Zhao Ge, ¿por qué me das esto?
—Considéralo una disculpa de mi parte —respondió él.
—¿Una disculpa? —Zhao Dafa la miró—. No sabía que Zhou Hui te había causado problemas antes; después de enterarme, me sentí culpable.
—Shen Hongmei suspiró aliviada sin entender por qué.
—Desde el momento en que tomó el localizador hasta ahora, había tenido el corazón en la garganta, llena de ansiedad.
—Está bien, Zhao Ge, también fue mi descuido perder mi arete en tu carro y causar un malentendido con la Hermana Hui —Shen Hongmei intentó aliviar la situación.
—Al escucharla decir eso, la mirada de Zhao Dafa cayó involuntariamente sobre sus orejas. En sus blancos lóbulos colgaban aros de plata del tamaño de una uña, bastante lindos.