Hacía un rato desde que había terminado la jornada laboral y la oficina se había vaciado, con el cielo afuera oscureciendo gradualmente, pero Shen Hongmei no mostraba signos de querer irse.
Miraba el busca en su mano, sintiéndose a la vez conflictuada y turbada.
Para ser honestos, Zhao Dafa no era feo, de estatura promedio, ni gordo ni delgado, vestido impecablemente todos los días, combinando el aire de un empresario exitoso con una falta de ostentación y además, tenía una personalidad decente.
Estaba algo conmovida por el interés que un hombre así mostraba en ella.
Pero como mujer del campo con un pasado no muy glamoroso, ¿realmente un hombre exitoso y cumplido como Zhao Dafa estaría dispuesto a aceptar su pasado?
Además, le faltaba confianza en su habilidad para convertirse en madrastra y le preocupaba más que la gente a su alrededor pensase que era una mujer vanidosa, enamorada de la riqueza de Zhao Dafa.