—Si sabes que me va a molestar, ¡mejor guárdatelo para ti mismo! —Shen Mingzhu le respondió con brusquedad y luego lo ignoró, su abundante cabello negro extendido como satén sobre la almohada.
—Esposa~ ¿ya te dormiste? —Pei Yang jugueteó con un mechón de su cabello un rato antes de tocarle suavemente la columna con su dedo.
—Estoy dormida.
—Mentirosa —Pei Yang se inclinó para mirarle la cara, vio que tenía los ojos cerrados, entonces frunció los labios y le sopló, continuando soplando cuando ella no despertó después del primer soplido.
Shen Mingzhu, molesta, se sentó de un giro, mirando al hombre con descontento.
—Estoy pensando en retirar mis acciones de la fábrica de electrónicos —Pei Yang sostuvo sus manos con las suyas, un gesto que parecía afectuoso pero que en realidad era para prevenir que ella lo golpeara.
—¿Y cómo planeas hacer eso? —Shen Mingzhu soltó un resoplido frío.