—¡¿Dos mil yuanes?!
Al ver la cantidad total de compensación solicitada en la demanda, Shen Baolan estaba tan furiosa que apretó los dientes de ira.
—¿Esa Shen Mingzhu, una millonaria sangrienta, estaba tratándola a ella y a Zhou Shuhuan como vacas lecheras para ser sacrificadas?
Ella acababa de extorsionar quinientos mil yuanes de Zhou Shuhuan hace poco, y ahora quería estafar otros dos mil de ella.
—¡Ni en tus sueños!
La compensación que Shen Mingzhu exigía no era un capricho desmesurado; mil eran por angustia emocional, y el mil restante incluía pero no se limitaba a:
Los gastos de alojar a la gente de Shenjiagou en un restaurante, así como las tarifas laborales y de procesamiento subsiguientes para ayudarles a organizar trabajos, y así sucesivamente.
Al final, todo el problema traído por Shen Baolan y su hija iba a estar en su propia cuenta.